II. Éxodo

– ¿Hace cuanto que no sale de su casa?

– Una semana, Eric dice que no habla, solo esta ahí, mirando el jardín…

Naomi y Blas, estaban realmente preocupados por su amigo Ein, hacia un poco mas de una semana, los padres de Ein salieron en su bote, y como era costumbre Ein fue hasta el muelle con ellos, pasaron las horas pero sus padres no volvieron, cuando Naomi y Blas, convencieron a su amigo para volver a casa, este tenia una expresión de desesperanza en su cara, siempre que sus padres insistían en salir a la mar aunque sea con tormenta, el no podía estar tranquilo. Finalmente ese día se quedo dormido mientras esperaba sentado en la puerta de su casa, Eric, su hermano mayor, solo se dio cuenta de esto muy entrada la noche, al otro día dieron aviso a las autoridades, pero no había ni rastro del bote.

Cuando Naomi y Blas se decidieron a entrar a la casa, se encontraron a su amigo tal como lo dijo Eric, callado, mientras miraba el jardín, pero para sorpresa de ellos, comenzó a hablar.

–Creo que tendré que cuidar yo del jardín, por lo menos hasta que vuelvan mis padres, no quiero que ellos, al volver lo encuentren con todos los frutos secos.

Se agacho y comenzó regar cada una de las plantas, como había visto hacer a sus padres desde que tenía memoria. Blas se dio cuenta que no solo el agua de la regadora caía al suelo, también las lágrimas brotaban y se deslizaban por la cara de Ein, Naomi se agacho, lo abrazo, y Blas se les unió, Ein trato de sonreír, pero no podía, algo en su interior le decía que ver a sus padres de nuevo seria muy difícil.

–Tú no estas solo en esto Ein, Naomi y yo siempre estaremos aquí par ti.

– Además tienes a Eric – Naomi se dio cuenta de inmediato por la expresión de la cara de su amigo, que tener a Eric era como no tener a nadie. – Aunque no salga muy seguido de su laboratorio, el se preocupa por ti. Vamos tócanos alguna pieza en el violín.

– Pues, tendrán que esperar por que de verdad quiero trabajar en esto.

Blas y Naomi se dieron cuenta que Ein ya estaba mas tranquilo, así que simplemente se arrodillaron y comenzaron a ayudarle con el jardín.

– Saben chicos, si algún día ustedes llegaran a irse tal como mis padres, yo no descansaría hasta encontrarlos, nosotros seremos amigos para siempre.

Todo podría haber sido un momento muy especial, pero Naomi encontró la manguera del jardín y no encontró mejor idea que dar un refresco a sus amigos con ella. Blas y Ein todos empapados se miraron mutuamente y se lanzaron contra la traviesa de su amiga, la guerra de agua había comenzado.


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De pronto se despertó todo adolorido y exaltado, había un murmullo muy grande que hacía pensar que estaban todos a la espera de que algo pasara. Estaba sentado en la parte trasera de un autobús, miraba a todos lados y solo veía chicos de su misma edad, pero ninguno conocido. Estaba a punto de levantarse, cuando una voz se escuchó grave y fuerte.

“Parada número tres, templo verde” –.

Todos comenzaron a bajarse, él no entendía nada. Se levantó y caminó por el ya vacío autobús; al llegar adelante, en el lugar donde debería estar el chofer, estaba cerrado, y había una puerta. Trató de abrirla, el chofer sabría explicarle que pasaba ahí. Entonces una figura alta y encapuchada entró al bus, al verlo se sorprendió. Lo tomó del brazo y lo obligó a bajar.

-Qué bueno que ya despertaste, era incómodo cargarte hasta los identificadores. ¿Te sientes bien? Te diste un buen golpe contra el suelo antes de subir al autobús.

Entonces fue cuando a su cabeza vinieron de un momento a otro las imágenes ocurridas antes de despertar en aquel extraño autobús; pasaron muy rápido por su cabeza, el instituto, el temblor, las bestias, Blas, Naomi.

– ¡Blas! ¡Naomi! – Gritó tan fuerte como pudo. Ein no podía creer que ese golpe hubiese hecho que por algunos minutos se haya olvidado de sus amigos. Comenzó a mirar a todas partes, veía mucha gente, tenía que encontrarlos, saber que estaban bien.

–Ya cálmate. No sé a quien buscas, pero según mi lista no hay nadie llamado así en este autobús, quizás vinieron en otro. Por cierto ¿cuál es tu nombre? – El hombre encapuchado le hablaba mientras con una mano lo afirmaba como si temiese que Ein comenzara a correr en cualquier momento; con la otra mano veía un pergamino con nombres apuntados y algunos estaban tachados con colores amarillo y otros con color blanco.

–Me llamo Ein, ¿de verdad no están aquí Naomi ni Blas?

Ya te lo dije chico, seguramente ellos subieron a otro Autobús. Ahora cálmate un poco y síguelos a todos en la fila, luego te explicaré lo que pasa, tú no sabes nada por que estabas inconsciente.

Ein se colocó detrás de una larga fila, en la cual estaban todos los chicos del autobús. Su cabeza parecía que iba a estallar en cualquier momento, procesaba demasiada información. Comenzó a avanzar la fila, y todos murmuraban, mientras algunos se hacían a un lado, cerca de una casa vieja, que estaba construida de madera, y se veía muy roñosa. Entonces se dio cuenta que la fila los llevaba a una especie de estatua de piedra; vio como uno de los chicos se acercó, tocó la piedra, y ésta comenzó a brillar con un tono verde; el chico se acercó al grupo de la casa. A continuación pasó una chica, se le veía temerosa, pero al poner su mano también ésta brilló con el tono verde. Pasaba el tiempo, y Ein veía como ya estaba cayendo el sol.

Bien solo faltas tú Ein. Coloca tu mano en el identificador, sin miedo.

Ein se acercó, escuchó muchos murmullos, varios se habían dado cuenta que él era el chico inconsciente que había ido todo el camino en la parte trasera del bus. Finalmente Ein colocó su mano sobre la piedra, pero ésta no brilló.

Listo –dijo el tipo que lo había recibido abajo del bus, mientras revisaba un reloj de bolsillo- suban al bus rápido, creo que estamos un tanto atrasados.

Ein no entendía que ocurría, aún así subió nuevamente al bus, pero esta vez, comenzó a buscar alguna cara conocida, y para sorpresa suya, nunca en su vida había visto a algunos de los chicos del bus. Se sentó en el asiento trasero y miro por la ventana mientras el autobús entraba en marcha, los chicos que hicieron brillar esa piedra entraban a la casa junto a dos tipos. El lugar por el cual viajaban era por un lado una jungla espesa, muchas palmeras era lo único que se podía ver; por otro lado una playa enorme, por la cual ya se estaba yendo el último pedacito de sol, todo un paraíso tropical el cual seria ideal para vacacionar. Ein comenzó a recordar todas esas tardes junto a Naomi y Blas... Ojalá ellos estén viendo este hermoso paisaje, pensó para sí mismo. En eso se acercó alguien a él.

Ein, mi nombre es Morrison, y soy el encargado de este bus.

Morrison era un joven a punto de convertirse en adulto y vestía ropas bastante extrañas, parecían un disfraz para un festival medieval, tenía el pelo corto, y de color negro azabache, sus ojos del mismo color inspiraban calma y confianza. Llevaba capa azul, y unas botas de cuero. Luego de sentarse junto a Ein, siguió hablando.

Lo primero que te diré, es que tus amigos Naomi y Blas, también fueron reclutados, así que están alguno de los buses que están adelante. Nosotros somos el último bus, si ellos ya fueron asignados a alguno de los templos, quizás no los veamos en este momento, pero ten mi palabra de que están sanos y salvos.

Morrison, ¿en qué lugar estamos? ¿Qué fue lo que ocurrió en la escuela?

Bueno, pues, eso te lo explicarán cuando seas asignado; sólo te puedo decir por ahora que el mundo como lo conoces está en serio peligro, y ustedes han sido reclutados para salvarlo.
¿Salvar el mundo? Pero si solo somos niños, ¿Qué se supone que hagamos? ¿Qué lugar es este?

Ya te lo dije Ein, te explicarán más cuando seas asignado, y con respecto a eso, pues en este lugar cada uno se preparara en donde más sirva, por lo que los identificadores están asignándolos al lugar que pertenecen. Mira ya hemos llegado al siguiente templo.

Nuevamente Ein escucho esa voz grave y fuerte, pero esta vez se percató que no sabía de donde venía.

“Parada número cuatro, templo negro”–.
Morrison, ¿Esa es la voz del conductor?
No exactamente, aunque te acercas. Abajo te lo explico.

Morrison, comenzó a apresurar a los chicos para que bajaran; esta vez Ein no tardó tanto en bajar, y quedó bastante adelante en la fila. Esta vez la piedra brillaba con un tono opaco, aunque cuando él la toco, nuevamente no pasó nada.

Este templo era bastante mas pequeño que el otro, así también era el grupo que se quedó en este templo; al parecer los identificadores sabían escoger bien.

Morrison, ¿Y qué era la voz?
Pues verás, estos buses no tienen conductor, funcionan con un hechizo, y la voz es parte de este hechizo.

Ein quedó un tanto anonadado. Si, ya era raro todo lo que le había ocurrido en el día, pero ¿hechizos?, ¿en qué clase de lugar se encontraba?

¿Un hechizo? Entonces, tú eres una especie de mago.

Morrison rió, pero no contestó nada. Siguió tachando nombres de su pergamino, esta vez con tinta negra.

Ein, todo lo que quieras saber te lo responderán en tu templo, ya he dicho mas de la cuenta al hablarte del hechizo, por suerte no te asustaste y saliste corriendo al oír hablar de magia, eso ya es un buen comienzo.

Subieron al bus nuevamente, varios se despidieron de sus amigos por las ventanas. Ein se lamentaba de no haber estado en el mismo bus que sus amigos.

Muy bien, la siguiente es nuestra última parada, seguro están impacientes, pero lo obvio, es que todos hagan brillar el identificador del templo azul- Les dijo Morrison cuando el bus ya se había puesto en marcha, y nuevamente se sentó junto a Ein.

¿Cómo toqué el identificador mientras estaba inconsciente?
Ein creo haberlo mencionado, te tuve que cargar hasta el en los primeros dos templos.

Ein sintió un poco de vergüenza al imaginarse inconsciente, cargado por Morrison a vista de todos. Ya sólo quedaban diez chicos junto con él dentro del bus, ellos serían sus compañeros en el templo azul. Tuvo la intención de hablarle a una chica que estaba sentada sola dos asientos mas adelante que él, pero en ese momento volvió a sonar la voz.

“Parada número cinco, templo azul”–.

Esta vez Ein quedó nuevamente al final de la línea. Salió un tipo desde el templo y comenzó a hablar con Morrison, era un tipo enorme, y se veía muy fuerte. Tenía un par de cicatrices en los brazos, y una gran sonrisa en la cara.

Muy bien Ein, sólo quedas tú, toca rápido la piedra, que Roberto necesita que todos estén dentro del templo lo antes posible.

Ein se acercó a la estatua, era idéntica a las que ya había visto. Colocó su mano, esperando el resplandor de color azul, pero no ocurrió nada. Todos tenían caras de sorpresa, sobre todo Morrison. Roberto llamó a uno de los que habían pasado primero con la piedra y le pidió que la tocara. El resplandor azul fue inmediato.

El identificador funciona bien Morrison, ¿por qué este chico no la hace brillar? ¿No habrás cometido algún error?
No Roberto, no hay ningún error.
¿Entonces que significa esto?- preguntó Ein un tanto desesperado, aunque no entendía por qué.
Bueno, pues sólo puede significar una cosa…

I. Comienzo Final

Eran alrededor de las 3 de la tarde, y hacia un calor que golpeaba en las cabezas de todo aquel que se atreviese a pasar por la calle, por suerte, Ein se encontraba dentro de la sala de clases aun, y ahí estaba un poco más soportable. Echado sobre su banco, trataba de recordar un feliz sueño que había tenido hace noches, pero era de esos sueños que mientras mas tratas de recordar, más olvidas. Ein veía por al ventana, las colinas tras el colegio eran espectaculares para explorar, eran tres, mas allá de ellas se encontraba el mar, a sus padres les encantaba ir al mar, tanto así, que se arriesgaban e iban hasta cuando había tormenta, finalmente un día subieron a su barco y Ein jamás los volvió a ver en la costa. Fui muy triste para el quedar tan solo a su corta edad, pero su hermano mayor, cuidaba de el, bueno cuando podía, por que pasaba encerrado en su habitación inventando cosas nuevas, la fortuna que habían dejado sus padres podría mantenerlos a ellos hasta que tuvieran la edad y las ganas suficientes de hacer algo con su vida.

Para el profesor ya era normal ver esto, siempre que comenzaba su clase, no pasaban ni cinco minutos hasta que Ein se quedaba mirando por la ventana echado en su banco, si hasta en las pruebas lo hacia, y aun así le iba bien. Aunque esto le pareciera normal, no significaba que estuviera bien.

-Ein, podrías hacer el favor de atender, esta es una clase muy importante para el examen que viene, además allá fuera no ocurrirá nada.

Ein tenía el cabello naranja y hacia cualquier lugar, peinarse no era algo que entrara dentro de su rutina, había cosas mejores en que perder el tiempo, tenia 14 años, y adoraba tocar el violín, observar el cielo a todas horas, y algo que le relajaba mucho era cuidar del jardín que alguna vez sembraron sus padres cuando el ni siquiera sabia caminar. Para Ein era fácil relacionarse con la gente, y aunque se llevaba bien con casi todo el mundo, siempre hubo dos amigos que tuvieron un espacio más grande en su corazón, Naomi y Blas. Naomi tenía 15 años, el cabello largo y rizado, de color azul, y coleccionaba mariposas, aunque no las capturaba y ponía en un muestrario, las criaba en un invernadero en su casa, ya que tenerlas tras un vidrio muertas le parecía algo tétrico. Sus favorita, eran las Myscelia cyaniris azul, estas le traían hermosos recuerdos, ya que hace muchos años, Ein y Blas le habían obsequiado una. Blas tenía 13 años, el cabello corto y rubio, media por lo menos diez centímetros más que Ein, su gran pasión, era la pintura, cuando niño se dedicaba a pintar cuanto papel encontraba, y ahora ya joven le gustaba pintar paisajes, aunque los retratos le salían bastante bien, solo hizo uno, aun esta colgado en su cuarto, y según Ein este costaría millones algún día.

Pensar en sus amigos era lo que mas hacia Ein durante las aburridas clases, el colegio le parecía demasiado monótono para ser verdad, siempre se pregunto, si había algo mas allá, si algún día pasaría algo que cambiaría el rumbo de su vida. Aun quedaba 1 hora de clases, y ya solo quería marcharse, miro a su lado, y vio a sus amigos en las mismas condiciones, todo hubiese sido diferente si Blas o Naomi hubieran sido sus compañeros de clase, pero se diferenciaban por un año y no había forma de que quedasen juntos.

-…y luego esto es lo que produjo el evento que se conoce como…

Mientras el profesor daba su cátedra de siempre, todo podría haber sido una tarde de lo más monótona, de no ser por que en ese momento, comenzó a temblar. Aunque los temblores eran una costumbre en la zona, este fue bastante fuerte, Ein sintió como su pecho dolía, despertó de si mismo, y miro al cielo por la ventana, vio como este se comenzaba a nublar, si a nublar en pleno verano, y de nubes negras como las que jamás había visto, de pronto comenzó a sonar una sirena, y esto si fue raro, pues no había ningún simulacro de incendios pronosticado para aquel día.Todos salieron de la sala, y cuando vieron lo que ocurría afuera, quisieron volver de inmediato. Por todos lados, se veían rayos de luz surcando el cielo, animales y bestias enormes que el jamás había visto, salían de alguna parte, ya estaba casi la mitad del instituto destruido, de pronto vio como todos corrían en todas direcciones, el estaba a casi inmovilizado.

En algún momento los profesores comenzaron a dar órdenes y a trasladar a los alumnos a la parte trasera del instituto. Ein aun en shock vio que todos corrían a la parte trasera del instituto, autobuses rojos enormes estaban allí estacionados, y los estudiantes subían a ellos, de pronto su mente despertó y recordó a Naomi, seguramente estaría demasiado asustada como para reaccionar, salio corriendo a todo lo que daban sus piernas, corrió, y corrió, hasta que encontró a aquella chica de cabello azul, arrodillada en uno de los pasillos y sin moverse, se tomaba el tobillo, seguramente al intentar huir, tropezó y cayo, a su lado Blas no reaccionaba tampoco, justo del otro lado, una bestia enorme venia con un mazo dispuesta a destruir todo lo que estuviese a su paso. Ein corrió hacia a sus amigos tenían que salir de ahí en ese momento.

El resto paso en solo algunos segundos, vio una silueta pasar a su lado, un tipo unos 4 años mayor que el, se puso justo al frente suyo, llevaba ropas extrañas, traje azul y una capa que lo hacia parecer de algún juego ambientado en la edad media, saco una espada y con un golpe de esta desvió el ataque del mazo, desde lejos, una flecha llego en el brazo de la bestia, una silueta con un arco se preparaba para hacer un segundo lanzamiento, cuando el primer tipo le hablo.

-¿Que esperas?, llévensela de aquí, y ¡súbanse a los transportes!

-Pero que esta pasando – Pregunto Ein apenas respirando de susto.

-¡Ein! Solo corre.

Tomo a Naomi de un brazo, y corrieron a los autobuses, mientras corrían, Ein y Blas se dieron cuenta de que no había nadie ya en los pasillos del instituto, cuando por fin llegaron a los estacionamientos, vieron como los buses rojos se dirigían a las colinas, ya casi todos habían partido, uno que estaba en marcha comenzó a frenar, subió como pudo a Naomi en el, luego fue el turno de Blas, pero cuando el se disponía a subir, el bus comenzó a andar cerrando las puertas, Blas intentaba abrirlas a la fuerza, mientras Naomi intentaba abrir lo que parecía la cabina del chofer, Ein corría a un lado del autobús, pero este comenzó a acelerar, haciendo que Ein tropezara.

Cayo en el duro suelo, pensando que ese seria su fin, aun no asimilaba que acababa de pasar, logro darse vuelta para intentar ponerse en pie, pero no lo consiguió, el golpe que se había dado, mas el shock por los extraños sucesos que estaban ocurriendo, hicieron que su cuerpo se diera por vencido, se desmayo segundos después, sin saber que un ultimo bus se percato de su presencia, sin saber que acababa de pasar, sin saber como ese joven con ropas medievales sabia su nombre, y sin saber que ese bus no se dirigía a ningún lugar que el conociese ni podría imaginarse.

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